Ecuador me dejó encantado con la
cotidianidad de sus gentes, sus trabajos,
su colores y su acogida.
Cualquiera de sus poses y sus lugares
conforman una postal.
Desde el fotógrafo tradicional, hasta sus largas
colas en la Hacienda pública, pasando por
sus cabinas telefónicas y sus mercados.
Todo ello sin dejar atrás su encantadores
paisajes y ser el "punto 0" del mundo.