India, con tu misterioso contraste,
de mirada serena, perdida,
muestras la mirada hermana.
La masa tumultuosa
llena tu soledad peregrina,
con la luz de ese atardecer permanente.
Tus colores de vida,
en convivencia con la muerte,
con la nada, viven con el silencio
que tú misma creaste,
donde no se encuentra el vacío.
El campo, tu morada;
las alforjas, tu lecho;
el charco, tu bañera;
el excremento, tu calor.
Guerreros de alma,
desnudos de armas,
solo reino animal,
todo reino de todos,
y la sequía, y el monzón.
¡India! anulaste mis ambiciones,
confortaste mi alma.
Un día supiste engrandecer al hombre,
quizás a un hombre sin nada.